domingo, junio 10, 2007

Una enseñanza

MEDITACIÓN 15

«Maestro», le dijeron, «sabemos que tú hablas y enseñas con rectitud y que no haces acepción de personas» (Lc 20,21)

Considera tu vida y comprueba cómo has llenado su vacío a base de personas, con lo cual les has dado un absoluto dominio sobre ti. Fíjate cómo ellas, con su aprobación o su desaprobación, determinan tu comportamiento. Observa cómo tienen el poder de aliviar tu soledad con su compañía, de levantarte la moral con sus elogios, de hundirte en la miseria con sus críticas y su rechazo. Comprueba cómo tu mismo empleas la mayor parte del tiempo en tratar de aplacar y agradar a los demás, ya estén vivos o muertos.

De tal manera han llegado a ser las personas partes de tu propio ser que ni si quiera te resulta imaginable vivir sin sentirte afectado o controlado por ellas. De hecho, ellas mismas te han convencido de que, si alguna vez llegaras a independizarte de ellas, te convertirías en una solitaria desierta e inhóspita isla. Sin embargo, es justamente todo lo contrario, porque ¿cómo puedes amar a alguien de quien eres esclavo? ¿Cómo puedes amar a una persona sin la cual eres incapaz de vivir? A lo más, podrás desearla, necesitarla, depender de ella, temerla y ser dominado por ella. Pero el amor sólo puede darse en la falta absoluta de temor y en la libertad.

¿Cómo puedes alcanzar esa libertad? Efectuando un ataque contra tu dependencia y tu esclavitud en un doble frente. Ante todo, en el frente de la consciencia. Es casi imposible ser dependiente, ser esclavo, cuando uno constata una y otra vez el absurdo de su dependencia.

Debes descubrir qué es aquello que haces, no por la utilidad que te reporta, sino porque quieres hacerlo. Piensa en algo que te guste hacer por sí mismo independientemente de que te salga bien o no, de que te elogien o dejen de elogiarte por ello, de que te procure o no el afecto y el reconocimiento de los demás…

¿Cuántas actividades hay en tu vida en las que te embarcas simplemente porque te producen gozo y te atraen irresistiblemente? Trata de descubrirlas y cultívalas, porque son tu pasaporte hacia la libertad y el amor.

El camino real hacia el misticismo y la realidad no pasa por el mundo de las personas, sino por el mundo de las acciones emprendidas por sí mismas, sin buscar, ni siquiera indirectamente, el éxito, la ganancia o la utilidad. Contrariamente a lo que se suele creerse, la terapia para la falta de amor y la soledad no consiste en la compañía, sino en el contacto con la realidad. En el momento en el que toques dicha realidad, sabrás lo que son la libertad y el amor. La libertad respecto de las personas… y, consiguientemente, la capacidad de amarlas.

Anthony de Mello. Una Llamada al amor. Ed. Sal Terrae


¿Qué puedo decir de este libro? Que tiene la capacidad de pasarte de un estado a otro, de abajo a arriba, del negro al blanco. Tres páginas son capaces de cambiar tu percepción del entorno. Gracias, gracias a un amigo-hermano, en nuestro mejores momentos somos Uno, en los peores, él siempre está allí para escucharme.